Un Carro Rayado

Un Carro Rayado

Algo en lo que me he considerado experta, es en la conducción de autos, siempre desde pequeña al jugar por ejemplo a los carros chocones decía “aquí me entreno para cuando sea grande y tenga mi propio carro, demuestre que puedo conducir mejor que nadie”. Recuerdo que en esos juegos cuando mi papá me observaba del otro lado, yo quería sorprenderlo con mis hazañas y movimientos, y luego él me decía “WOW CONDUCES MUY BIEN” y obviamente, eso me hacía sentir orgullosa. Al crecer, finalmente llegó el momento de tener mi propio carro, y dije, nunca lo voy a rayar ni a chocar porque sé que seré muy buena conductora. 

 

Recuerdo que al principio siempre oraba antes de salir, manejaba con precaución midiendo los espacios y prestando mucha atención a las señales de transito. Con el pasar del tiempo me sentía mucho más segura en las vías, me sentía segura al momento de parquear, al momento de tener que ir un poco más rápido a un lugar y pensaba, “SOY MUY BUENA EN ESTO”. Llegué a sentirme tan segura que lo olvidé importante que era seguir teniendo precaución todos los días. Según yo, “Ya calculaba muy bien los espacios” ¿la consecuencia? al retroceder de un parqueo sin ningún cuidado básico ¡rayé el carro de la manera más tonta! En ese momento me sentí con mucho enojo conmigo misma porque sabía que era por exceso de confianza y por descuido, pero la lección quedó aprendida. No importa lo buena que me considere hoy, nunca debo olvidar lo humana que soy y que debo tener no algunas veces sino ¡todos los días! una precaución y un cuidado básico para manejar si es que no quiero volver a rayar mi carro.

¿Pero sabes qué vino a mi mente también? Algo así nos pasa en la vida cristiana, llegamos al punto en que nos confiamos tanto! que ya no sentimos que debemos seguir teniendo precaución y cuidado en cómo estamos espiritualmente. Nos sentimos tan confiados en que podemos enfrentar la vida, el mundo, las tentaciones, con solo asistir un domingo a la iglesia o recibir una que otra cápsula entre semana. El peligro de esto es que podemos fácilmente salir lastimados y afectados ya sea en nuestra fe, emociones o relaciones con otros e incluso con Dios. Podemos experimentar ese rayón por un descuido o exceso de confianza. La Biblia dice en 1 Corintios 10:12 (NBV) “Por lo tanto, el que piense que está firme, tenga cuidado de no caer”.

Hoy te invito a prepararte y a no conformarte con un solo día de la semana para llenarte de Dios y afirmar tu vida espiritual. No debemos descuidarnos ni conformarnos. Es necesario buscarlo todos los días para estar firmes y que seamos como esa casa que explica Mateo 7:24-25 “Cuando llegaron las lluvias, las inundaciones y los huracanes, la casa no se derrumbó porque estaba edificada sobre roca”.

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